jueves, 12 de febrero de 2015

Instrucciones para sonreír

(Un compilado de consejos para cuando los días grises se rehúsan a irse)

- Hacé la primera abdominal del día bien temprano, antes de que salga el sol, para agarrar el libro que está a los pies de la cama y recibir el amancer leyendo. Y mirando. 
- Comé, tomá lo que tengas ganas y ponete zapatillas. Hoy toca caminar.
- Hacé la cama, levantá la ropa del piso. Sentite orgullosa porque lo hiciste aunque no tenías ni un poquito de ganas.
- Si tenés que ir a algún lado, caminá. Y por una ruta distinta a la que hacés todos los días.
- Si no tenés que ir a ningún lado (no te creo), dejá que las piernas te lleven. Pero, de nuevo ¡no repitas caminos!
- Saludá a todo el que se te cruce, si ya sé, te da vergüenza quedar colgada, pero pensá ¿a quién no le va a gustar que le dediquen un "buen día"? A veces los por qués no importan.
- Caminá despacito, escuchá la ciudad (todavía no te pongas los auriculares). Sorprendete porque aún entre tanto cemento hay pájaros volando (aunque sean palomas).
- Mirá el piso. Mirá las cosas caídas entre las baldosas, en el asfalto. Recogé algún papel y tiralo en el tacho. Pequeña contribución.
- Mirá el cielo, mirá los árboles mezclándose con los edificios, llegando hasta las nubes. Cuidado con las palomas.
- Mirá las paredes, y descubrí las pequeñas plantitas que nacen en los lugares más insólitos. 
- Prestale mucha atención a alguien.
- Bailá mientras caminas, ahora sí podés ponerte los auriculares.
- Escuchá una canción que nunca hayas escuchado antes. Intentá ir adivinando la letra, en voz alta.
- Tirate en el pasto un ratito. O un rato largo. Sacate las zapatillas y dejá que los pequeños pelitos del pasto se metan entre los dedos. Volvé a sentirte conectada con la tierra.
- Mirá a los ojos al sol, aunque te hayan dicho que no es recomendable. Jugá al juego de ver quien parpadea primero.
- Llorá un poquito, si tenés ganas. No está mal llorar.
- Hacete un amigo perro por la calle. Sonreile, mimalo, inventale un nombre, despedite,
- Llamá a mamá, aunque sepas que no va a contestar, y si contesta contale cualquier pavada.
- Lee algún cuento con un hadita de protagonista.
- Deseale, en tu mente, cosas lindas a la gente que veas. "Que te haya ido bien el parcial", "que tu compañero de trabajo haya llevado las medialunas que te gustan", "que te haya crecido una plantita nueva en la maceta del balcón". Nunca sabés quién te está deseando cosas lindas a vos.
- No uses internet, bueno, sólo para escuchar música, pero desconectate de las redes que te comen la cabeza.
- Andá a comer a la pizzería, no pidas gaseosa (seguro Cristian te alcanza un vaso de agua).
- Andá a la librería de Montevideo y Mitre, probablemente Arturo te regale un libro, como la vez que lo conociste, y si no, seguramente, te regale una de sus historias. Volvé a agradecerle por ese primer día.
- Mirá algo lindo durante mucho tiempo. Una foto, un cuadro, un edificio, una persona. Mirá sin vergüenza.
- Si te gusta el vestido de alguna chica por la calle, decíselo. 
-  Cocinate. Y si se puede, cocinale a alguien.
- Hablá con alguien nuevo. O alguien que hayas dejado abandonado. Hacele escuchar una canción.
- Tomá mate.
- Concentrate en las cosas chiquitas. Las que dan más felicidad.
- Abrazá, y si no tenés a quién regalarle un abrazo sincero, abrazate a vos misma. Mandale con la mente el abrazo a la otra persona.
- Caminá con los ojos cerrados. Sentí el piso de manera distinta. Caminá con los pies y no con los ojos.
- Sentate en medio de la calle. A observar. Hay belleza donde la busques. 
- Fumá un pucho, y decite que es el último. Creételo.
- Acostate y escribí.
- Agregá cualquier otro momentito que te haya hecho sonreir.

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