martes, 14 de mayo de 2013

¿Somos dueños o somos parte de la naturaleza?




Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta que no puedes comer dinero”. Evelyn Waugh.
Existe en nosotros un ímpetu constante en dominar todo, todo lo que veamos más débil o indefenso que nosotros, todo lo que creamos que no puede tomar represalias contra nosotros. “Cuando los ricos hacen la guerra son los pobres los que mueren”. Jean-Paul Sartre. Algo es claro, el saber es poder. Es justamente por eso que no todo el mundo llega a gobernar un país o una empresa importante, hay que tener buenas ideas, hay que ser inteligente y sobre todo saber cómo manejarse y cómo manejar lo que sea que se quiera manejar, hay que observarlo y conocerlo. La pregunta es ¿Conocemos la naturaleza? ¿Conocemos lo que está alrededor nuestro? Creo que la respuesta es no. O quizás si lo conocemos, pero no somos conscientes de lo que significa para nuestras vidas. Quizás consideramos que toda la naturaleza está a nuestra disposición para hacer y deshacer de ella según nuestra conveniencia, a tal punto en que dejamos de considerar que tenemos tanto valor como cualquier ser vivo en el planeta, y tomamos la postura de “dueños de la naturaleza”.
¿Por qué considerarnos “dueños del planeta”? Para mi “ser dueño” significa principalmente cuidar. Es fácil. Si yo tengo algo que me gusta, que necesito y que sé que no hay forma de reemplazarlo, lo cuido. Lo cuido de todas las maneras que puedo porque si ese “algo” está sustentando mi vida entera, lo mínimo que puedo hacer es cuidarlo y darle el mejor trato para no deteriorarlo. Creo que más bien el nombre para nuestra raza, que es una más de las tantas que hay, es “destructores del planeta”. ¿Qué creemos que tenemos de especial? Sí, es claro (me podrán decir), somos los únicos con el poder de transformar algo que se le da en algo que necesita, somos los más capaces de inventar, de crear, de imaginar qué hacer con algo que aparentemente no tiene utilidad, nosotros tenemos medios de transporte, comida, diversión, salud, educación, política, economía… Pero todo, absolutamente todo a costa de la naturaleza. ¿Seríamos algo sin ella?
Estoy de acuerdo en que a lo largo de los años el hombre avanzó muchísimo tecnológica y culturalmente tomando lo que se ofrecía y convirtiéndolo en lo que necesitaba, llegando así a una comodidad que no se hubiera imaginado años atrás. Yo misma estoy contenta de tener celular, computadora, manejarme en auto, avión o lo que sea. Yo no estoy en desacuerdo de que el hombre avance y satisfaga sus necesidades y, a veces, caprichos; lo que veo de la sociedad en general es que no sabemos cuidar lo que el planeta nos ofrece: talamos bosques enteros, contaminamos ciudades, países y continentes, debilitamos la capa de ozono, derrochamos agua, matamos animales sin razón y lo seguimos haciendo por más de que de alguna manera sabemos que lo que hacemos está mal. Como dicen Edgar Morín y Anne Briggite Kern en el libro Tierra Patria “Ninguna ley de la historia asegura automáticamente el progreso. El porvenir no es necesariamente desarrollo. En adelante el futuro se llama incertidumbre”

En estos últimos años hemos roto un equilibrio que se había estado conservando desde que vivimos en el planeta. “El hombre destruye uno a uno los sistemas de defensa del organismo planetario”. Jean-Marie Pelt. De algún modo nos olvidamos de devolver lo que se nos da. No valoramos la hermosura y utilidad del mundo en el que vivimos, pocas veces nos detenemos a observar lo que hay a nuestro alrededor, mirar el cielo, los ríos, los campos, los animales, las plantas y todo gracias a lo que vivimos. Lo único que le damos al planeta es basura, destrucción, y así poco a poco deterioramos lo que nos da vida. Nos quedamos en una postura de comodidad y llegamos a pensar que todo lo que vemos hoy va a quedar intacto a pesar del correr de los años y de lo que generamos día a día. “Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay”. José Saramago. Estamos felices con lo que tenemos, pero no nos preocupamos por conservarlo, por cambiar lo que claramente estamos haciendo mal. Le ponemos más atención a enriquecernos, a tener una buena posición social, a comprar para tirar lo viejo en vez de reciclarlo, a tener cada cosa que nos venden los medios de comunicación, y dejamos de lado algo que es mucho más importante: conservar el lugar en el que vivimos, preservar lo que nos da la naturaleza, buscar la forma en que lo que hagamos construya y no destruya nuestro hogar: El mundo.
Resumiendo, creo que deberíamos cambiar la actitud que tenemos frente a este problema que afecta a cada ser vivo que vive en el planeta, ya sea un animal, una planta o un ser humano. Le damos poca importancia, o quizás ocultamos lo importante que creemos que es para no ser juzgados por no tomar medidas. La cuestión es que los que estamos ocasionando todo esto somos nosotros, nadie más. Los cambios climáticos, los desastres naturales cada vez más frecuentes, la desaparición de millones de hectáreas de bosques, la falta de agua que sigue creciendo constantemente, el agotamiento de minas, no es simplemente una coincidencia o algo “que sucede porque debe suceder”. Como dice Jean-Paul Sartre “El hombre está condenado a ser libre, porque una vez que está en el mundo, es responsable de todo lo que hace”. Claramente somos responsables de lo que está sucediendo en el planeta, debemos aceptar de una vez esta responsabilidad y decidir qué hacer respecto a lo que vemos. Me parece que ya es tiempo de que remediemos lo que ocasionamos. ¿Esto del “medio ambiente” no será porque ya destruimos la mitad?

(Septiembre 2011, María Alejandra Gutiérrez Vargas)

sábado, 11 de mayo de 2013

Ambivalencia.

Me caracterizan los cambios de humor repentinos, el querer hacer dos cosas opuestas al mismo tiempo, la indecisión, el no saber quién soy.
Tantos gustos y sensaciones distintas entre sí conviven en mi, que es difícil identificarme con algo en particular. Si me piden que me describa, creo que no podría hacerlo. Hay días que me gusta algo, y otros que lo odio. Soy muchas personas en el cuerpo de una. Me canso rápido, me aburro, siempre quiero más, y cuando lo tengo quiero volver a no tenerlo. "Es normal, sos adolescente", me dijeron muchas veces, pero a veces pienso que no es sólo eso.
El sentir que no sabes quién sos, eso es duro. Dejo cosas por la mitad, nunca termino nada, un día es amar y otro odiar, a la misma persona, canción, situación. Nunca me decido, me cuesta tomar la iniciativa.
Me estoy describiendo en este momento y lo único que se es que quizás mañana esta visión de mi haya cambiado.
Por eso me da miedo tomar decisiones, tengo miedo a equivocarme, a cambiar. Porque nunca se qué es lo que quiero.

viernes, 3 de mayo de 2013

Dudemos

Antes todo tenía una respuesta, era fácil decidir qué hacer y qué no hacer. Pero siempre se llega a la duda, de eso vivimos, esa es la esencia. Es lo que no hace sentir vivos, como decía Descartes. De lo único que no podemos dudar es de que dudamos, eso nos da la certeza de que estamos pensando, y por lo tanto de que existimos.
Dudar me hace sentir viva, aunque a veces lleve las cosas a extremos peligrosos. Aunque a veces quiera volver a ese "estado de reposo" en el cual estoy segura de lo que quiero. Aunque esté en cierta forma "traicionando" mis ideales.
La cosa es que me gusta, me gusta no saber que hacer, aunque suene tonto. Esa incertidumbre es emocionante. El no saber que va a pasar, a dónde vamos a llegar. Aunque pensándolo bien nunca lo sabemos. Creemos que lo hacemos, pero no podemos predecir cuándo y por qué vamos a dudar, a llegar ese "no saber que hacer".
Me había olvidado lo que era esa emoción. Me olvido de esas sensaciones demasiado fácil.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Miedos

Hay veces que es muy difícil de expresar con palabras lo que sentís, y al intentar hacerlo terminas hablando de cosas que nunca habías logrado decir.
¿Quién diría? Las personas llegan y se van de tu vida antes de que te des cuenta. Algunas dejando momentos hermosos y otras esos que vas a recordar siempre, pero no exactamente porque sean buenos. Pero están los que se quedan (o pareciera que van a hacerlo) y te dan una sensación de tranquilidad y esperanza. No son muchos, pero significan mucho.
Toda mi vida me pregunté qué es lo que tengo que hacer para que la gente no se aleje de mi. Siempre me pregunte qué es lo que hace que tanta gente se quede en mi vida por un momento dejándome charlas interminables, risas y anécdotas increíbles; para después irse así como llegó, sin darme elección. ¿Seré yo la que lo hace? ¿Será que la gente siente lo mismo de mi parte? Pero es que intento de conservar esas relaciones, siento que muchas veces no se me dan las oportunidades de hacerlo. Y la sensación de estar molestando vuelve una y otra vez. Quien me conoce bien sabe que odio dar los primeros pasos, siempre espero y espero y puede ser eso una razón por la cual se alejan. Me siento pesada, imbancable, que si no me hablas es porque no querés hacerlo.
Pero volvemos a lo mismo, nunca me pongo en el lugar del otro, nunca pienso que quizás otra persona este esperando señales de parte mía me quedo en un lugar cómodo, en el que digo, "si querés hablar conmigo, hablame vos".
¿Cómo hago para cambiar?
Me cuesta tomar la iniciativa, aunque sepa que tengo que hacerlo, me cuesta entrar en confianza y dejar atrás esa sensación de estar jodiendo.
Pero se que lo tengo que hacer, no quiero más personas yéndose de mi vida.