jueves, 18 de diciembre de 2014

De amor y de odio

Hace un tiempo que tenía ganas de escribir sobre esto. Sobre como me desvivo por ciertas cosas, pero al mismo tiempo detesto algunas versiones de esas mismas cosas. Como siempre, me cuesta poner en palabras lo que se me pasa por la cabeza, o siento que ya hay mucho escrito (y mucho mejor).
Pero me pasó algo.
Tengo mi bici desde Agosto, pero mi ya conocida dejadez, había hecho que en el transcurso de estos meses no me haya comprado una cadena y un candado para dejarla atada por ahí; así que sólo iba a lugares en donde sabía que podía dejarla y que esté segura. Conclusión: a la facultad seguía yendo caminando o en las bicis del Mauri.
Mi regalo de Navidad adelantado fue una cadena muy simpática, de esas que tienen el código de cuatro números (que por cierto no los elegís vos, tenés que aprenderte un código impuesto), así que por primera vez la saqué a todos lados, a la facultad, a hacer trámites al centro, al dentista, todo. Debo admitir que estoy contentísima.
A lo que voy es que hoy, en el camino a la facultad descubrí cuáles era mis cuadras favoritas del trayecto: las de la bajada empinadísima por Montevideo entre Alvear y Libertador. El viento en la cara, la velocidad, el probar hasta cuando puedo evitar apretar el freno, el que me miren mientras sonrío, y sonreírle a la gente, porque creo que puedo resumirlo todo en eso, las ganas que esas cuadras me dan de sonreír.
Cuando llegué al semáforo me pregunté cómo nunca, en todas las veces que había hecho ese camino, no le había dado bola a lo bien que me hacían sentir esos metros. Hice nota mental de escribir sobre eso.
Después del brindis y comida y abrazos y del miedo de que que esté lloviendo y tener que volver mojándome, agarré la bici, giré las perillitas para poner el código (que ya me aprendí de memoria) y emprendí la vuelta. Casi nunca ando en bici de noche, pero sinceramente hoy la noche está hermosa y bueno, mucha opción no tenía, de alguna forma me tenía que volver (con bici incluída).
Volví sobre mis propias huellas, cómo cambia todo con más o menos luz, eso es algo que no deja de maravillarme. Llegué al semáforo de Libertador, renovando la nota mental de escribir sobre esas cuadras tan lindas, pero había algo que no había tenido en cuenta, que no se me había pasado por la cabeza: la bajada, en el camino de vuelta, era subida.
Por más de que puse la bici en el cambio más liviano, sufrí los (largos) minutos que me tomó hacer esos metros que en bajada hacía en (breves) segundos.
Y en el resto del camino se me ocurrió que es una analogía muy buena para eso que tenía ganas de escribir hace rato. Las cuadras son las mismas, no hay (casi) nada que haya cambiado en las horas que separaron los dos eventos. Los árboles en las veredas son los mismos, la inclinación sigue siendo la misma, la bicisenda sigue dañada en los mismo lugares, el piso sigue estando pintado de amarillo. Nada de eso cambió, a lo sumo se habrá agradado un milímetro el pozo, o se habrá caído una rama de algún árbol, pero lo cierto es que lo que verdaderamente influye (o influyó) es mi situación.
Parece sencillísimo, me gusta la bajada porque disfruto de esa sensación de libertad, por así decirlo; y odié la subida porque (además de tener todo el cansancio del día encima) el esfuerzo que requiere es mucho mayor.
Se me nubla la cabeza y otra vez me está costando traducir pensamientos en palabras, pero creo que se entiende la idea, que amemos u odiemos las mismas cosas, depende de la situación particular en la que nos encontremos. No me explicaba cómo en un lapso de minutos podía pasar del amor al odio, pero creo que así como varían nuestros pensamientos, así cómo pasamos del calor al frío, del sueño a la hiperquinesia en instantes, así también podemos pasar del amor al odio. Sobre lo mismo. Que es lo mismo, pero al mismo tiempo es distinto, porque lo sentimos distinto.
Y también me pregunté si valía la pena, o el esfuerzo, mejor dicho.
Y la verdad es que sí.
Me gustan tanto esas cuadras de ida que de alguna manera voy a hacer que me guste también el regreso.

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