jueves, 11 de junio de 2015

Rutinaria

Abro los ojos a las siete menos algo de la mañana. Había acumulado unas pobres 7 horas de sueño en dos días, y el primer pensamiento que se me viene a la cabeza al escuchar el despertador es "hoy salgo de cursar y me duermo alta siesta". Renuncio a ducharme para quedarme unos minutos más tapada hasta la nariz mientras veo como tímidamente la luz comienza a entrar por el balcón. El sábado había bajado la persiana y se había quedado entreabierta desde ese entonces. Se dibujan paralelas de luz y sombra en la pared y me imagino cómo la luz del teléfono me debe estar iluminando la cara mientras scrolleo y mientras el resto de mi cuerpo sigue sumido en esa tenue oscuridad.
Siete y veinte y decido que es hora de levantarme, decido también que hoy no tengo ganas de maquillarme y que ni en pedo me pongo un jean. Menos que menos corpiño. Clavo calzas y varias capas de buzos (me fijo en el pronóstico, 9 grados, uf).
Voy a la cocina y pongo la pava eléctrica, si quiero ir caminando tengo que salir antes de las ocho para llegar a horario.
Reviso la mochila, meto el cuaderno y el Dostoievski que estaba leyendo anoche y de repente me decido a ir en bici.
No puedo llevarme el vaso térmico, entonces, no lo voy a llevar lleno adentro de la mochila, sería un desastre. Opciones: me tomo el té ahora o lo llevo vacío y lo lleno en el dispenser de la facultad. Segunda opción.
Me olvido de mirar la hora y bajo con la bicicleta por el ascensor mientras a través de los auriculares suena una de Led Zeppelin. Pienso en todos los que me dicen que no vaya con auriculares mientras ando en bici. Y bue.
Hace frío, la puta madre. No siento los dedos. ¿Hace cuánto no iba en bici a la facultad? Ni me acuerdo por qué dejé de hacerlo. Esquivo gente en la bicisenda y llego a destino. Entro por una puerta que no uso nunca y medio que me desubico. Cargo el agua para el té y veo que son las ocho y nueve. Tengo banda de tiempo. Voy a la puerta del aula y me siento en uno de los banquitos a leer y tomar el té. Se sienta un hombre al lado. Está comiendo un chocolatín Arcor mientras tararea Arrancacorazones de Attaque 77 y tiene la música tan fuerte que hasta la puedo escuchar a través de sus auriculares. Me empieza a molestar. Además hace ruidos de mocos, ugh. Viene una chica y comienza a hablar con él. Listo, me desconcentré completamente y no puedo seguir leyendo. Agarro el celular y mando un mensajito de buen día. Respondo en los grupos de whatsapp, tuiteo pelotudeces. Llega el ayudante alumno y me pongo a charlar con él. Me gusta cómo se viste. Qué pensamientos banales que tengo. Hoy él nos va a dar su primera clase. Estoy siendo la primera alumna de alguien, me sonrío.
Entramos al aula, éste chico da mejores clases que la profesora adjunta. Llega la profesora adjunta y vuelve a envolverme la nube de aburrimiento, su voz me adormece y me molesta que fume adentro del aula. Prenda, anticresis, hipoteca, registro de la propiedad inmueble.
Al fin las diez de la mañana. Me suspendieron la clase de las diez, voy a la biblioteca a buscar a mis amigas. Me charlan, me prestan resúmenes de la materia que rindieron el lunes y que yo ni empecé a preparar. Llega una con un termo y nos cuenta que tuvo sueños horribles toda la noche. Me tomo un par de mates y me voy.
Salgo de la facultad y antes de subirme a la bici llamo a mamá y voy hablando con ella con los auriculares mientras vuelvo pedaleando a casa. Me reta porque dice que tengo que ir prestando atención, pero igual seguimos hablando. En la subida de Montevideo tengo que bajarme y llevar la bicicleta caminando porque no me da el aire, que estado físico del orto que tengo. Calculo el tiempo que tengo para dormir siesta (vuelvo a cursar a las dos de la tarde).
Llego a casa y a mi cuarto que es un quilombo. Media pila, Ale. Me pongo a ordenar y por inercia traslado el impulso a otros rincones de la casa. Ahí comienzo a pensar en escribir esto. Todo lo que quería hacer era llegar y dormir y ahora estaba ordenando y limpiando el departamento ¿qué me había hecho cambiar de decisión?
Imagino hacia dónde puede llevarme un texto de estas características y me pregunto por qué todo tiene que tener un rumbo, por qué todo tiene que responder a cierta funcionalidad. Se me vienen a la cabeza distintas respuestas. Me acuerdo de una conversación. Entro a whatsapp, busco la conversación en cuestión, copio los mensajes que me interesan y me los mando a mi misma por mail.
Agarro la netbook de mi hermana, abro mi casilla y mando a imprimir. Todavía no logré que la impresora reconozca a mi computadora y me frustra. Guardo la hoja impresa junto con un par de cartitas que tengo y me acuerdo que hay dos fotos que quiero imprimir hace rato para pegarlas en la pared. Miro la hora: una menos tres minutos. Decido bajar a la gráfica de la esquina para que me las impriman en papel ilustración. Justo llega mi hermana. Me pregunta si voy a almorzar. Le digo que no tengo tiempo, que curso a las dos y tengo que salir un cachito antes para no llegar tarde, que me da paja cocinar y que estoy por bajar a la gráfica. Me dice que prenda el horno y que ella mete una pizza en un toque así como algo. Prendo el horno, salgo. El ascensor tarda mucho en venir, bajo por las escaleras. Cuando vuelvo ya casi está lista la comida. son la una y diecinueve. Corto la fotos y las pego en la pared y me llama a comer. Comemos, le cuento de una entrevista de trabajo de ayer y decido que voy a ir en colectivo a la facultad porque se me hizo tarde.
Llego dos y siete y todavía no había comenzado la clase.
Vuelvo caminando a casa y se me ocurre que quiero entrar a un centro cultural que me queda de pasada para regalarme a mi misma un poco de cosas bonitas para la mente. Llego y está cerrado, me frustro.
El ascensor está en el piso once, así que voy por las escaleras. Me fijo si llegó algo del correo, nada.
Tengo que ponerme a resumir. Me sirvo el café que quedó en la cafetera y lo pongo en el microondas, lavo los platos del mediodía. Amiga de hermana toca el timbre, ella baja a abrirle y yo me siento en la mesa a ver si me concentro. Pasan algunas horas, charlamos algo entre las tres, tomamos algo de mate.
Les digo que si quieren bajar a comprar algo para comer. Son las siete y dos minutos, bajamos y aprovecho para ir a buscar la ropa que está desde el viernes pasado en el laverrap. Vamos a uno de esos Carrefour chiquitos y compramos unas Frutigran y un queso untable (no planeamos comerlos juntos, tranqui). Volvemos, ya comencé a charlar por whatsapp y y a scrollear en Facebook y a comer y a charlar más con hermana y amiga de hermana y ya me desconcentré completamente. Hago un esfuerzo descomunal y termino con los cinco párrafos que me quedan. Se va amiga de hermana. Pongo música. Abro blogger y comienzo a escribir esto que no se a dónde va, pero ¿por qué todo tiene que ir hacia algún lado?

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