“Sólo cuando el último
árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás
cuenta que no puedes comer dinero”. Evelyn Waugh.
Existe en nosotros un ímpetu constante en dominar todo, todo lo que
veamos más débil o indefenso que nosotros, todo lo que creamos que no puede
tomar represalias contra nosotros. “Cuando
los ricos hacen la guerra son los pobres los que mueren”. Jean-Paul Sartre.
Algo es claro, el saber es poder. Es justamente por eso que no todo el mundo
llega a gobernar un país o una empresa importante, hay que tener buenas ideas,
hay que ser inteligente y sobre todo saber cómo manejarse y cómo manejar lo que
sea que se quiera manejar, hay que observarlo y conocerlo. La pregunta es
¿Conocemos la naturaleza? ¿Conocemos lo que está alrededor nuestro? Creo que la
respuesta es no. O quizás si lo conocemos, pero no somos conscientes de lo que
significa para nuestras vidas. Quizás consideramos que toda la naturaleza está
a nuestra disposición para hacer y deshacer de ella según nuestra conveniencia,
a tal punto en que dejamos de considerar que tenemos tanto valor como cualquier
ser vivo en el planeta, y tomamos la postura de “dueños de la naturaleza”.
¿Por qué considerarnos “dueños del planeta”? Para mi “ser dueño”
significa principalmente cuidar. Es fácil. Si yo tengo algo que me gusta, que
necesito y que sé que no hay forma de reemplazarlo, lo cuido. Lo cuido de todas
las maneras que puedo porque si ese “algo” está sustentando mi vida entera, lo
mínimo que puedo hacer es cuidarlo y darle el mejor trato para no deteriorarlo.
Creo que más bien el nombre para nuestra raza, que es una más de las tantas que
hay, es “destructores del planeta”. ¿Qué creemos que tenemos de especial? Sí,
es claro (me podrán decir), somos los únicos con el poder de transformar algo
que se le da en algo que necesita, somos los más capaces de inventar, de crear,
de imaginar qué hacer con algo que aparentemente no tiene utilidad, nosotros
tenemos medios de transporte, comida, diversión, salud, educación, política,
economía… Pero todo, absolutamente todo a costa de la naturaleza. ¿Seríamos
algo sin ella?
Estoy de acuerdo en que a lo largo de los años el hombre avanzó
muchísimo tecnológica y culturalmente tomando lo que se ofrecía y
convirtiéndolo en lo que necesitaba, llegando así a una comodidad que no se
hubiera imaginado años atrás. Yo misma estoy contenta de tener celular,
computadora, manejarme en auto, avión o lo que sea. Yo no estoy en desacuerdo
de que el hombre avance y satisfaga sus necesidades y, a veces, caprichos; lo
que veo de la sociedad en general es que no sabemos cuidar lo que el planeta
nos ofrece: talamos bosques enteros, contaminamos ciudades, países y
continentes, debilitamos la capa de ozono, derrochamos agua, matamos animales
sin razón y lo seguimos haciendo por más de que de alguna manera sabemos que lo
que hacemos está mal. Como dicen Edgar Morín y Anne Briggite Kern en el libro
Tierra Patria “Ninguna ley de la historia
asegura automáticamente el progreso. El porvenir no es necesariamente
desarrollo. En adelante el futuro se llama incertidumbre”
En estos últimos años hemos roto un equilibrio que se había estado
conservando desde que vivimos en el planeta. “El hombre destruye uno a uno los sistemas de defensa del organismo
planetario”. Jean-Marie Pelt. De
algún modo nos olvidamos de devolver lo que se nos da. No valoramos la
hermosura y utilidad del mundo en el que vivimos, pocas veces nos detenemos a
observar lo que hay a nuestro alrededor, mirar el cielo, los ríos, los campos,
los animales, las plantas y todo gracias a lo que vivimos. Lo único que le
damos al planeta es basura, destrucción, y así poco a poco deterioramos lo que
nos da vida. Nos quedamos en una postura de comodidad y llegamos a pensar que
todo lo que vemos hoy va a quedar intacto a pesar del correr de los años y de
lo que generamos día a día. “Los únicos interesados
en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados
con lo que hay”. José Saramago. Estamos felices con lo que tenemos, pero no
nos preocupamos por conservarlo, por cambiar lo que claramente estamos haciendo
mal. Le ponemos más atención a enriquecernos, a tener una buena posición
social, a comprar para tirar lo viejo en vez de reciclarlo, a tener cada cosa
que nos venden los medios de comunicación, y dejamos de lado algo que es mucho
más importante: conservar el lugar en el que vivimos, preservar lo que nos da
la naturaleza, buscar la forma en que lo que hagamos construya y no destruya
nuestro hogar: El mundo.
Resumiendo, creo que deberíamos cambiar la actitud que
tenemos frente a este problema que afecta a cada ser vivo que vive en el
planeta, ya sea un animal, una planta o un ser humano. Le damos poca
importancia, o quizás ocultamos lo importante que creemos que es para no ser
juzgados por no tomar medidas. La cuestión es que los que estamos ocasionando
todo esto somos nosotros, nadie más. Los cambios climáticos, los desastres
naturales cada vez más frecuentes, la desaparición de millones de hectáreas de
bosques, la falta de agua que sigue creciendo constantemente, el agotamiento de
minas, no es simplemente una coincidencia o algo “que sucede porque debe
suceder”. Como dice Jean-Paul Sartre “El
hombre está condenado a ser libre, porque una vez que está en el mundo, es
responsable de todo lo que hace”. Claramente somos responsables de lo que
está sucediendo en el planeta, debemos aceptar de una vez esta responsabilidad
y decidir qué hacer respecto a lo que vemos. Me parece que ya es tiempo de que
remediemos lo que ocasionamos. ¿Esto del “medio ambiente” no será porque ya
destruimos la mitad?
(Septiembre 2011, María Alejandra Gutiérrez Vargas)
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