jueves, 6 de agosto de 2015

Sopa de letras

Algo me pasa.
Una intensa angustia me atacó.
Creo que siento que escribo mal, que no tengo sentido ni dirección, que no comunico, que soy vacía.
¿Alguna vez pensé distinto sobre mí misma?
Cené sopa de letras y creo que de ahí nace esta sensación.
Entre torrentes de líquido amarillento nadan fideitos minúsculos con forma de letras. Grandes sorbos se cuelan en mi boca. Las mastico, mezclándolas con la saliva, formando un desagradable bolo alimenticio. Qué detestable me resulta a veces la cavidad bucal. 
Cené sopa de letras, pero creo que estaba en conflicto desde antes.
Quizás fue ese el motivo por el cual me decidí por ese menú.
¿Necesito letras en mi organismo? ¿Soy tan poco capaz de formular oraciones bonitas y elocuentes, que termino por optar por hacerlas entrar, mezcladas en mi boca, sin ningún tipo de sentido?
¿Qué frases andarán formando en mi estómago?
(Ninguna, ya dijimos que se habían transformado en un asqueroso bolo alimenticio)
Lo gracioso es que me quejo de que me detesto escribiendo, y acá me tienen, haciéndolo una vez más.
¿Y qué sentido tiene esto? ¿Qué es lo que busco decir?
Estoy vacía.
Soy un plato hondo de sopa de letras terminado, devorado.
Soy restos de líquido frío, imposibles ya de despegar del vidrio.
Soy el fondito desagradable, que forma una película insufrible si no se lava el plato inmediatamente.
Soy el plato sin lavar.
Soy los restitos de fideos que ya no pueden ser, de ninguna manera, identificados con letras.
Soy lo que quedó.
El desperdicio de algo que quizás, en algún momento, por alguien, en algún lugar, fue considerado apetecible.
Soy el menú rápido, el paquete instantáneo, para salir del paso.
Porque, después de todo ¿quién elige cenar sopa de letras?

No hay comentarios:

Publicar un comentario