jueves, 6 de agosto de 2015

En casa ajena

El insomnio de madrugada acarrea terribles dudas: ¿Dejé cerrada la llave del gas? ¿Traje la billetera? ¿Las llaves dónde las puse?
Todo puede estar en su lugar, pero cuanto más tiempo tenemos para matar, y menos actividades tenemos para hacerlo; el temor más mínimo se convierte en una incertidumbre irreparable. (Irreparable porque somos incapaces de incorporarnos a comprobar que nuestros miedos son fundados. Irreparable porque no logramos dilucidar si estamos verdaderamente despiertos. Irreparable porque tácitamente sabemos que si nos levantamos de la cama, estará todo perdido.)
La luz del alba trae protección, trae seguridad. Y, entonces, por más de que nuestra casa se esté incendiando y las llaves estén en el fondo de la alcantarilla, al fin podemos dormir con una incoherente tranquilidad.

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