sábado, 20 de diciembre de 2014

(Des)encuentros

Todo empezó desde antes de que me suba al colectivo: El equipaje se dejaba en un lugar distinto de donde se sube.
Tenía el asiento 33. Me gustaba el numero. Me gusta el tres y dos tres juntitos forman un ocho que es otro numero que me encanta.
En la fila para despachar el equipaje no sé cómo, porque uno nunca sabe cómo, empecé a hablar con una mujer. Tampoco sé cómo, pero terminó contándome una parte importante de su vida mientras esperábamos. Viaja con sus dos hijas: Sol y Ángeles.
Yo estaba muy emocionada. Además de todo lo que el viaje significaba, mi mamá y mis hermanas se subirían al mismo colectivo que yo en Jujuy, y terminaríamos el viaje hasta Lima juntas. Es decir, los asientos que ellas iban a ocupar iban a ir vacíos hasta Jujuy. Los pasajes se vendían completos, de Buenos Aires a Lima, no por tramos.
En la fila, yo seguía escuchando porciones de la vida de Lucía, hasta que no me resistí y le pregunté qué asiento tenía: " 34, 35 y 36" me dijo. Me quedé congelada: esos eran los asientos de mi mamá y hermanas. Estaba segura. Igual, agarré el teléfono inmediatamente y llamé a mamá para preguntarle. Me lo confirmó. Y ahí empezó el "¿qué habrá pasado?". Pasaron los minutos y subimos al colectivo. Apagué el teléfono para ahorrar batería. Le mandé a mamá "a las tres te llamo" (otra vez el tres).
Me senté al lado de Sol. Lucia me agradecía a mi y a Dios "por haberme mandado". Creo que es muy creyente. Y creo también que tenía mucho miedo de quién iba a sentarse al lado de su hija de siete años.
Sol es una de las nenas mas inteligentes que conocí, pero es insoportablemente inquieta. En lo que va del viaje no pegó un ojo y tuve que rogarle que me deje dormir un ratito. Quiere saber todo quiere saber qué estoy escribiendo, quiere saber de qué se trata el libro que estoy leyendo y me pide que le lea. Y me cuestiona. Tiene siete años y dice que ella no va a dormir en todo el viaje porque "alguien tiene que estar despierta vigilando". No entendió la película que pasaron por la tele minúscula del colectivo (Django) y me despertó para que le explicara. Nunca la ví.
Supuse que eran alrededor de las tres, no lo supe hasta que prendí el celular (debería tener un reloj y no vivir tan perdida).
Me entraron todos los mensajes de whatsapp, como diez de la conversación de mamá. Leí rápido y básicamente el colectivo en el que ellas iban a viajar no era el mismo en el que yo estoy viajando. Rápido, también, mi mente empezó a analizar todos los inconvenientes que eso traía, que la plata, que los dólares, que la incomunicación, que todo lo que asumía que iba a pasar mañana, en realidad no iba a suceder.
¿Qué era lo que había pasado?
Hace un tiempo sólo salía un colectivo a Perú, es más, creo que salía sólo uno por semana. Mi abuelo compró los pasajes desde Lima, uno tenía que salir de Buenos Aires, y los otros tres, de Jujuy. Supuestamente eran del mismo colectivo, pero algo pasó en el medio: por las fechas el mismo día salían TRES. Al comprar los pasajes asumimos que eran del mismo colectivo, pero no. Yo viajo en uno, ellas en otro.
Estamos en el parador, el wifi me permite actualizar. Me da un poco de vértigo todo esto. La última parada hasta quién sabe cuándo (bueno, si preguntara sabría cuándo).
En fin, me esperan alrededor de 65 horas más de viaje sola. O bueno, con Sol, Ángeles y Lucía.

2 comentarios:

  1. ¿Sos del Perú? ¿Cómo terminó el viaje? ¡Quiero sabeeeeeer más!

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    1. Mi madre es de allá! Viaje bien, se pasó rápido, pero la vuelta fue mortal: más de ochenta horas de viaje

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