martes, 14 de octubre de 2014

"Quizás, jamás, nunca más"

Negra la noche y nublada la mente.
¿Cuánto tiempo habrá pasado? No recordaba con claridad los rasgos de su cara. Lo recordaba irascible, recordaba la inmensa desazón. Se había olvidado del sonido de su voz, pero las palabras aún dolían al reproducirlas de nuevo en su mente.
Qué juegos locos los del recuerdo. Qué asombrosos los parámetros por los cuales ciertos momentos se borran, y otros son inolvidables por más de que lo intentemos incansablemente.
Tenía la sensación de que nunca le alcanzarían las horas de la noche para arrancárselo definitivamente del alma. Cientos de veces le habían repetido que el amor dolía, más aún el primero. Qué estúpido pensarlo así. ¿Qué clase de persona sería feliz sufriendo? ¿Qué idiota quisiera vivir amando?
Pero una vez más, caía en lo más recóndito de su propia mente, ahogándose en quizases, jamases, nunca mases... Y se olvidaba que también, cientos de veces le habían dicho que nunca dijera nunca.
Y la juventud y la alegría se le escapaban por los poros, siempre a la espera de aquel heroico nuevo amor que la despertara del sufrimiento del primer abandono. Cada vez se sentía más salvaje, sin darse cuenta de que cada segundo que pasaba la ataba más al pasado ¿Qué era lo que le había pasado? Sin pasado eso no le hubiese pasado... Se hundía, se revolvía en ella misma, sacando a relucir lo más dulce y amargo de su interior. Candente y fria. Amante fervorosa y gélida compañera. Podía ser todas, no cabía en su cabeza el rechazo... O el por qué del rechazo. Se acurrucaba en su propio regazo, nunca pudo encontrar tal consuelo en otro.
Y así, húmeda por las lágrimas y ronca por los sollozos, volvió a sumirse en aquella noche negra y esa mente nublada.

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