lunes, 15 de septiembre de 2014

Esquinas conflictivas

La ciudad estaba llena de esas. Esquinas de problemas, esquinas de desencuentros, esquinas conflictivas.
Y aunque sus deseos de volver a tenerlo se iban diluyendo entre noches de amores efímeros, el miedo de cruzarlo de nuevo en alguna de aquellas esquinas no desaparecía. Porque la realidad es esa: una vez que algo es, no desaparece.

Y no voy a ponerme a escribir sobre recuerdos, y cómo cada una de esas esquinas conflictivas le traían muchos, pero si puedo decir que últimamente le sorprendía como esa ciudad tan grande trataba de volver a juntarlos: En los lugares más insólitos encontraba rastros perdidos de él, y sabía que le pertenecían. Que eran de él para ella. Pero la posibilidad de reencontrarse estaba latente, una vuelta de tuerca del Universo y todo se concretaría. Y tenía miedo. Como cuando lo vio por primera vez. Como cuando no supo qué responder a esa sonrisa bailarina. Al fin y al cabo, ¿quién era ella para contradecir el rumbo de las cosas?

Y con el viento enredándosele en el pelo siguió así, con la inminente incertidumbre de que, al doblar en alguna de esas esquinas conflictivas, lo iba a volver a encontrar.

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