domingo, 24 de agosto de 2014

Milena...ria



Nació el primero de Enero del 2000, y entre el agobiante calor de la ciudad, rodeados de cotillón de Año Nuevo, helado de limón y sanguchitos de miga, sus viejos no tuvieron mejor idea que ponerle de nombre Milena.
Milena se reía de lo absurdo y original (y al mismo tiempo no tanto) de su nombre. A veces pensaba y se le ocurría que le hubiera gustado mucho más que sus padres le hubieran puesto "Milenia", así, con la "I" en el medio. Eso sí que era original.
Cumplir años un primero de Enero es distinto que cumplir años cualquier otro día del año. Muy poca gente se acordaba, y nunca pero nunca lo festejaba. Ese día lo único que se le pasa a la gente por la cabeza es decir "Feliz Año!" y tomar y comer y tomar y comer... ( A nadie se le ocurriría cantar el Feliz Cumpleaños frente a una torta con velitas de números).
Pero Milena estaba acostumbrada, por lo menos siempre los últimos dígitos de los adornos que llenaban cada rincón de la ciudad, coincidían con los años que ella cumplía, y para ser sinceros, había aprendido a encontrar algo placentero en ello.
Desde chica le gustaba pensar en el tiempo y en cómo unos instantes pueden significar grandes cambios. 
Milena solía preguntarse si se sentiría distinto haber nacido en otro milenio, aunque sólo hubiese sido por algunas horas. Ella nunca iba a vivir en otro milenio, ni siquiera habían muchas posibilidades de que conociera otro siglo (por dentro deseaba inmensamente poder vivir más de 100 años), y aunque la gente se reía de lo banal de sus reflexiones, a ella la abrumaban.
"Es normal que estas cosas te intriguen, todavía sos chica", solía escuchar, entendía que la gente pensara que con 14 años sus interrogantes no eran significativos, pero entendía también que estaban equivocados.
Milena no tenía miedo de estar orgullosa de ella misma, y de sentirse importante, diferente, especial... Y eso, paradojicamente, la hacia importante, diferente y especial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario